Soy de esas personitas que no le temen a la soledad, siempre que sea sinónimo de tranquilidad. No necesito de bullicio para sentirme alegre.
He viajado en dos oportunidades sola al extranjero y aunque para muchos pueda parecerles aburrido viajar sola, la verdad es que el sentirte sola en un viaje te ayuda a reencontrarte contigo mismo, a disfrutar de ese silencio en la habitación, el despertar con los brazos extendidos y abrir la cortina y encontrarte con un nuevo paisaje, un nuevo cielo que te invita a aventurar por calles foráneas, por historias que están por escribirse.
Estar sola te permite observar con real detenimiento las cosas bonitas de la vida, te permite escuchar con atención los sonidos de la naturaleza, el sonido del mar cuando caminas en solitario por el malecón de Miraflores.
Ahora bien, el hecho de que la soledad no me incomode, no implica que me aísle del mundo exterior, obviamente que no. La única diferencia está en que también sé disfrutar de la soledad.
¿Y ustedes también disfrutan de esos momentos de tranquilidad, de esos momentos de soledad?
Gracias a unaartistadesconocida by Maria Hermoso por las ilustraciones que acompañan este post.
Un abrazo,
Ana López Jiménez
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