Confieso ser una blogger un poco contradictoria, polémica, sincera, que odia la soberbia y no soporta a la gente mala onda.
Debo confesar que ya no me importa mucho convertirme en la fashion blogger No. 1 del país, me he dado cuenta que para alcanzar ese propósito tendría que comenzar a comportarme bajo ciertos lineamientos que no tolero. Que quede claro que en nuestro país sí hay un grupo de fashion bloggers que merecen haberse ganado el título de “top fashion bloggers”, pero otras no. Seguramente muchas de las “no merecedoras” al leer este post, dirán: ¿Quién se ha creído esta? Bueno yo no me creo nada que no soy, porque en mi encuentran a Ana de los Angeles Araceli López Jiménez, nacida un 20 de enero de 1985 en el Hospital Rebagliati de Jesús María en la ciudad de Lima, del hermoso país Perú, soy hija única, vivo con mis padres, tengo una perrita shitzu que se llama Tiny y es mi adoración. Vivo ilusionada del amor y la esperanza y añoro algún día formar un hogar. Sueño más con ello, que en irme de viaje por el mundo, vivir en una casa en la mejor zona de Lima o tener un carro de último modelo. Estas últimas cosas se lograrán con trabajo constante y honrado, poco a poco, pero con la seguridad de no haber pasado franela a nadie para lograrlo, ni haberme vuelto cliente asidua de la hipocresía.
Ser fashion blogger en el Perú en algunas ocasiones se reduce a cumplir con las siguientes premisas:
– Sonríe, abraza y besa a todo el mundo, aunque muchos no se lo merezcan.
– Nunca emitas comentarios sobre los valores, la moral o la maldad de ciertos personajes de la gente más influyente en el medio de la moda local.
– Tómate foto con el diseñador más popular, aunque este individuo sea un fingido total.
– Si vistes ropa de diseñador mucho mejor.
– Acapara las cámaras, los flashes, los escenarios, y todo aquel centro de exposición a la prensa.
– Mientras menos sincera seas, mucho mejor.
– No te juntes con la chusma, waj!!!!
En lo personal confieso no reunir ninguna de esas características, porque sonrío, abrazo y beso sólo a la gente que me inspira sentimientos lindos y positivos; porque emito comentarios objetivos e imparciales de circunstancias y actitudes reprochables; porque si me tomo una foto con algún diseñador, no será porque es el más popular, sino porque admiro su trabajo y sobretodo porque admiro su calidad humana; porque no pienso que sólo es válido vestirse con ropa de diseñador; porque no soy figuretti, si me tomo fotos es porque quiero guardar un recuerdo de aquel momento, nada más; porque mi mayor cualidad es la sinceridad y porque soy parte de esa “chusma” y a mucha honra.
Y ahora ustedes pensarán ¿entonces qué haces escribiendo en un blog de moda? Bueno pues en primer lugar porque me gusta escribir y en segundo lugar porque soy lo suficientemente capaz para demostrar que aunque no sea la fashion blogger peruana más famosa, ni la más visitada, ni la más comercial, puedo decir que he mantenido firme mi postura, a pesar de comentarios negativos, personas indeseables, presión social, miradas aniquilantes y rajes de faldas y de tacones. Me he ganado un lugar en este medio a base de esfuerzo y evolución y les juro que las cosas buenas que me han ido pasando relacionadas con Fashion Everywhere, han caído del Cielo, Dios me las ha otorgado.
Desde hace mucho quería escribir sobre esto, porque creo es tiempo de que nos sinceremos, en el mundo de las fashion bloggers también existen líos como en todas circunstancias de la vida, existen las super dulces, como las super agrias, las chismosas y las reservadas, las figuretis y las de perfil bajo, las “mete-cuchillo-por-la-espalda”, como las amigas para toda la vida, aquellas en las que puedes confiar y aquellas de las que te debes alejar.
Detrás del outfit perfecto, el cabello más arreglado, la manicure y pedicure más trabajada y la sonrisa, existen seres humanos con inseguridades, frustraciones, paradigmas y problemas. Debemos entender que no solo somos una imagen, representantes de marcas y tiendas, somos personas con defectos y virtudes. Que también tenemos derecho a salir a la calle despeinadas y con lo primero que encontramos a la mano, por el simple hecho de sentirnos libres. No somos vitrinas, maniquís, ni mucho menos letreros luminosos que brillen por su perfección; tan sólo somos transmisoras de propuestas, somos inspiración para quienes nos leen.
Finalmente declaro ser una culpable confesa de la sinceridad a flor de piel.
Besos,
Ana de los Angeles.
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